Las marchas del orgullo LGBT+ en el continente Americano

 

 

Por Ericka López Sánchez
Coordinadora general y fundadora de Between LGBT*
“El entre de la memoria, las resistencias  y las luchas LGBT*”
#ElOrgulloEsPolítico

Los años 60’ del siglo XX fueron testigos de las revoluciones somatopolíticas -dirá Paul Preciado-, fueron la emergencia de las políticas de vida (Giddens, 1991: 211), aquellas que están vinculadas con prácticas íntimas o personales que atraviesan la sexualidad, la reproducción y la constitución física-identitaria del cuerpo.

La modernidad creó el sujeto apto para el nuevo orden epistémico que permearía las estructuras políticas, sociales y económicas sustentadas en el Estado-nación, el capitalismo, la democracia liberal y las clases sociales. Así se delineó y se conformó un cuerpo nacional sano a partir de ortopedias jurídicas y médicas que establecieron lo normal y lo patológico.

Los cuerpos patologizados fueron todos aquellos que no cumplían con la estética y la funcionalidad para producir y reproducir la racionalidad de la modernidad: todos aquellos individuos que no podían ser ciudadanos “sanos” y “trabajadores”.  Es decir, aquellos sujetos que fueran diversos en su materialidad corpórea y que desde ahí enunciaran su existencia; pues el status quo moderno se sustentaba en una estética corporal con impactos en los estilos vida, estos últimos serían el aceite del gran engranaje moderno.

La manera de legitimar las estéticas corporales hegemónicas fue a través de la medicina y las leyes, ¿quién podía oponerse a un saber científico y a un saber racional en el que se depositaba la nueva episteme? El poder político moderno constituyó un orden “normal”, un orden “natural” de la exclusión y la violencia de ciertos cuerpos y trayectorias vida, basados en la biopolítica.

 Entre las diversas poblaciones que quedaron fuera de la inteligibilidad legal, democrática y social fueron los sodomitas, los homosexuales, los invertidos, las tribadistas y demás cuerpos que transgredían el régimen sexual tradicional heteronormativo y el carácter binario del género.

Pero todos estos cuerpos con sus propias historias de vida han existido y resistido siempre a partir de lo artístico, lo lúdico, lo corporal y lo cotidiano. Los espacios de diversión y esparcimiento clandestino fueron sus lugares de refugio. En los finales de los años 60’ se crearon las condiciones de la visibilidad de los movimientos homosexuales, pues en ese mismo tiempo emergieron también movimientos de personas negras, discapacitadas, indígenas y de mujeres. Era la gran revolución somatopolítica.

El surgimiento de nuevos actores colectivos en los años 60’ cuestionaron y reacomodaron las estructuras simbólicas de la igualdad universal emanada de la racionalidad moderna, fracturaron lo “normal” y la justificación racional de lo patológico. Colocaron en el espacio público el cuerpo como no lo habían hecho antes otros movimientos como fue el de obreros a finales del siglo XIX y principios del siglo XX.

Las “minorías” marginalizadas y subordinadas históricamente salieron a cuestionar la normalidad prevaleciente y a exigir derechos civiles y sociales.  Su presencia en el espacio público de exigir derecho a tener derechos, en países de América Latina, empató con las exigencias de democratización. La izquierda fue para varios de esos movimientos la zona de refugio, la plataforma para convertirse en sujetos políticos y ser reconocidos por el Estado y la sociedad.

Las movilizaciones de homosexuales y lesbianas emergieron justo en la efervescencia política de la caducidad de los regímenes autoritarios o dictatoriales y en la demanda de vida democrática. Pero también, se encuentran situados desde la memoria reciente, en ese momento, de las protestas de homosexuales, lesbianas y travestis (como se les hacia llamar a las personas trans en ese momento) como la de Stonewall en Nueva York. Y enmarcadas en las luchas feministas.

Desde ese contexto político y social se da el come out de homosexuales y lesbianas. Su performance consistió en abandonar la clandestinidad de los bares, clubes y casas, y lograr su visibilidad social, desarmonizar el paisaje heterosexual, cissexista y binario del espacio público; sorprender con sus cuerpos el orden de lo “normal”, para colocar la estética de los monstruoso.

Su performance era político y por tanto la salida de clóset era una salida nacional que mostraba a la homosexualidad patologizada en una disputa por el espacio público y a colocar en la agenda política valores de su vida cotidiana. A autoafirmarse como sujetos homosexuales en la sociedad, reapropiándose así del concepto desde el cual la medicina les nombraba para clasificarles en una enfermedad.

La homosexualidad se constituyó en el orgullo desde el cual se habita lo privado y lo público. Estos performance y discursos estuvieron inspirados en “The personal is political” y “Black is beautiful”.

Los movimientos más emblemáticos de manifestaciones del orgullo gay en América fueron en 1969 en Nueva York; en Argentina en 1967; Colombia 1970; Brasil y México en 1978 (Figari, 2010). Y así empezó en el continente americano las luchas por el reconocimiento de derechos ciudadanos de las poblaciones LGBT+. Luchas que se encuentran significadas y simbolizadas históricamente en las marchas festivas-disruptivas del orgullo LGBT+.

Desde 1967 se han trazado rutas de manifestaciones LGBT+ a propósito del orgullo y hasta el día de hoy no dejan de sumarse nuevos espacios locales a ese gran circuito de protestas que recorre el continente de norte a sur, llegando a sitios recónditos de fuertes entramados conservadores.

 

Primera etapa del movimiento homosexual

Ciudad y país

Año

Suceso

Nueva York, Estados Unidos

1969

Hechos en el bar Stonewall Inn.

Buenos Aires, Argentina

1967

 

 

 

 

 

1971

“Nuestro Mundo”

El primer grupo constituido públicamente bajo una orientación homosexual en América del Sur, de base obrera y sindical.

 

 

Ingresan a la agrupación intelectuales de clase media y surge el Frente de Liberación Homosexual (FLH) de clara orientación marxista.

Rio de Janeiro, Brasil 1978

Las primeras agrupaciones de los homosexuales brasileños fueron el jornal “Lampião da Esquina” y la agrupación SOMOS, denominada así en homenaje a la publicación del FLH de Argentina, en la época ya extinto.

Medellín y Bogotá Colombia

1970

León Zuleta es el primero en organizar un grupo de homosexuales y tiempo más tarde unto con Manuel Velandia fundan el “Movimiento por la Liberación Homosexual”.

Ciudad de México, México

1978 Se organizan también varias agrupaciones: el “Frente de Liberación Homosexual de México”, liderado por Nancy Cárdenas y otros como los “Grupos de los Martes y los Viernes”, el “Grupo-Grupo”, “SEXPOL” y “Frente Homosexual de Acción Revolucionaria” (FHAR) y otras dos agrupaciones: el “Grupo Lambda de Liberación y la organización lesbiana “Oikabeth”.

Fuente: Figari, 2010.

Fuentes de consulta

Giddens, Anthony. 1991. Modernity and Self Identity. Stanford University Press.

Figari, Carlos. 2010. “El movimiento LGBT en América Latina: institucionalizaciones oblicuas”, en Massetti, A.; Villanueva, E. y Gómez, M. (comps) “Movilizaciones, protestas e identidades colectivas en la Argentina del bicentenario”. Buenos Aires: Nueva Trilce, pp. 225-240. ISBN: 978-987-24976-5-3.

Ericka López Sánchez

Guanajuato, Guanajuato, México a 20 de junio 2022.

@ErickaEliberte

ericka.lopez@betweenlgbt.com.mx